A la hora de escribir estas líneas se sigue buscando a Diego Armando Estacio Sivisapa y Carlos Alonso Palate entre los amasijos de hierros
y cemento de los aparcamientos de la Terminal T4 madrileña. Queremos mostrar nuestro respeto y cariño a sus familias y amigos, que viven con angustia el desconcierto y el profundo dolor. Nos sentimos desgarrados, una vez más, pero estamos dispuestos, como ayer, como mañana, a defender las libertades y el derecho a la vida.
Quienes han conocido el horror son gente de paz, que no se ha vengado y éste es uno de los factores que siempre ha apreciado nuestra sociedad,
pese a las turbulencias de los últimos tiempos. Tenemos palabra, lógicamente, y la utilizamos. Las víctimas del terrorismo no son invisibles porque la sociedad entiende, en general, que quienes han sufrido en sus carnes o en su familia el zarpazo del acoso y del horror no son un colectivo privado, con un duelo privado, sino la representación del ataque de los terroristas a nuestras libertades, las de todos.