Es ya habitual que los medios de comunicación informen de las remesas de cartas de ETA solicitando el denominado “impuesto revolucionario” a empresarios vascos o navarros.

En todas estas cartas, al empresario extorsionado, se le deja claramente indicado que para pagar debe dirigirse a “los círculos habituales de la izquierda abertzale” por lo que resulta muy interesante establecer la conexión entre los miembros dirigentes de ETA responsables del aparato de finanzas y los encargados dentro del entramado abertzale que mantienen estos nexos de unión entre extorsionados y extorsionadores.

A pesar de los múltiples esfuerzos e investigaciones de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado para acabar con el principal aparato de financiación de ETA –el impuesto revolucionario–, a día de hoy, solamente se han logrado establecer unas pautas de funcionamiento del aparato de extorsión que vienen desarrollándose desde el año 2000, pero que resulta fácil reconstruir para la organización terrorista cuando es descabezado su “talde” de finanzas.