FUNDACIÓN VÍCTIMAS DEL TERRORISMO NÚMERO 86

70 TESTIMONIO digo que estoy en el mejor país del mundo. La gente es muy solida- ria, son muy humanos y eso es muy bonito. ¿Cómo fue su paso por el hospital? La enfermera que me atendía me decía que estuviera tranquila, que nome iba a pasar nada, pero yo había estado hablando con una chi- ca rumana, mientras nos hacían pruebas y aparentemente estaba bien. Un día después pregunté por ella y me dijeron que había fa- llecido. Mi mayor preocupación en el hospital era mi niña. Tenía miedo de que me pasara algo, por eso le decía constantemente a la enfermera que me atendía: “yo te firmo un papel, pero quiero que lleven a mi hija a Ecuador, con mis padres”. Solo estuve tres días ingresada porque no había capacidad para tanta gente ymis heridas podían tratarse en un centro de salud. Tras explorarme descubrie- ron que padecía una contusión pulmonar, también tenía un tím- pano perforado, pero las demás lesiones no eran tan importantes. ¿Su familia sabía lo que había pasado? ¿Cómo fue su vuelta a casa? Me prestaron un euro y llamé desde el hospital a mi familia en Ecuador, pero la llamada se cortó. Sólo alcancé a decirles que había explotado una bomba, pero que no se preocuparan, que yo estaba viva. Sé que tan lejos vivieron horas de angustia sin saber que me había pasado. Por otro lado, mi tía me estaba buscando por todos los hospitales de Madrid hasta que por fin me encontró. Cuando llegué casa quería información, necesitaba saber por qué me había pasado eso. No quería queme ocultaran nada. Durante un tiempo tuve atención psicológica. Al principio no quería hablar de lo que me había pasado. Ahora, cada vez que lo cuento, siento que me libero. Me ayuda a sanar espiritualmente. ¿Es posible volver a la normalidad tras una experiencia tan traumática? Aunque hayan pasado 20 años es algo que no se olvida. No puedo olvidar el pitido de ese tren y, cada vez que escucho uno, me sobre- salta. Pero sobreviví a un atentado y desde entoncesmiro a la vida de otramanera. Veo gente que se queja por nimiedades, mientras otras que lo han pasado realmente mal, se levantan cada día y siguen lu- chando con una sonrisa en su cara. Yo tengo una amiga que perdió a su hija y se encerró en su casa durante dos años. No quería salir. Yo siempre que la veía trataba de consolarla y animarla para que siguie- ra adelante. La conocí en un curso de la Asociación de Víctimas del Terrorismo y nos hicimos muy buenas amigas. Ahora trabaja en un museo y, poco a poco, ha seguido adelante con su vida. Para mí, ella es todo un ejemplo de superación. Tiene tres hijos. ¿Les ha hablado alguna vez de lo que pasó el 11M? Mi hijamayor siempre estuvo ahí, lo vivió todo. Amedida que crecía yo le iba contando el significado de los actos a los que acudíamos cada 11 de marzo. Cuando paso con mis hijos por delante de cual- quier monumento, que recuerda a las víctimas, siempre les digo que hay que tenerlo mucho respeto y que agradezcan a Dios que me tie- nen aquí, a su lado. A mi hijo mediano, que ha cumplido 12 años, le llevé al Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo en Vito- ria para que viera la exposición Memories , en la que he participado. Quiero que sepas lo que ha pasado, le dije, que entiendas por qué yo asisto a estos actos, pero no quiero queme veas con pena, sino como alguien que ha superado muchas dificultades. ¿Cómo es su vida ahora? Intento llevar una vida normal, superando los obstáculos que se me presentan día a día. Siempre que puedo participo en todas las activi- dades relacionadas con las víctimas del terrorismo. Me gusta apor- tar mi granito de arena, aunque sea muy chiquito. Además, tengo una familia estupenda y trabajo en la Fundación Red de Apoyo a la Integración Sociolaboral (Rais) como supervisora de limpieza. RAIS trabaja con personas sin hogar. Les enseñamos un oficio para que puedan acceder al mercado laboral. Estoy feliz trabajando en este proyecto tan solidario. Hace unos años fui propietaria de una empresa de limpieza, en la que yo gestionaba absolutamente todo, y esa experiencia me ha servido para este trabajo en el que ahora ayudo a los demás. • “Al principio no quería hablar, pero ahora contar lo que me pasó me libera, me sana espiritualmente”

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