FUNDACIÓN VÍCTIMAS DEL TERRORISMO NÚMERO 88

64 TESTIMONIO Para la joven, la situación vivida en un primer momento parecía irreal. En los días posteriores empezó a comprender que su vida ya no sería la misma. Fue una de sus tías quien le explicó que a su padre “alguien malo se lo había lleva- do” y que no volvería a casa. “Me acosté siendo una niña de diez años el 10 de marzo y me levanté el 11 siendo una mu- jer”, se lamentó. Vera, que se casó en septiembre, confesó: “Es extraño, pero creía que el dolor se iría atenuando con el tiempo. Sin embargo, ahora echo de menos a mi padre cada vez más y siento su ausencia en situaciones muy cotidianas. Mientras organizaba la boda, lo sentía muy cerca, pero a la vez muy lejos, porque no estaba conmigo.” La gran solidaridad que mostraron no solo la ciudad de Madrid, sino toda Es- paña incluso Europa, con las víctimas del terrorismo del 11 M, es algo que Vera quiso destacar porque a pesar de que las catástrofes siempre tienden a unir a las personas, afirmó que “ese día se vivió algo significativo. Recuerdo largas co- las de gente para donar sangre; eso me impactó mucho, más aún siendo niña”. Con ese recuerdo Vera aseguró que se- guirá trabajando para “evitar la radica- lización y promover un mundo en paz”. TURNO DE PREGUNTAS Tras los testimonios de los tres ponen- tes, se abrió un turno de preguntas. La primera de ellas fue para Vera, a quien se le preguntó cómo se le explica a una niña pequeña que su padre no volverá. La joven indicó que es complicado abor- dar ese tema con un niño, pero que, con el tiempo, habría preferido que le hubie- ran dado más información para evitar que alguien tan pequeña busque res- puestas por sí misma. Vera necesitaba entender lo sucedido, y en su búsqueda llegó incluso a memorizar la lista de víc- timas. Esa necesidad de información la llevó a encontrar noticias e imágenes del atentado, muchas de ellas inapropiadas para una niña de diez años. Uno de los asistentes preguntó a Sandra cómo les ha contado a sus hijos que fue víctima de un atentado, y a Alejandro, cómo ha explicado a los suyos la pérdida de su hermano. Sandra comentó que su hija mayor ha vi- vido todo el proceso a su lado y, a medida que fue creciendo, comenzó a acompa- ñarla a algunos actos. Alrededor de los diez años, empezó a hacer preguntas so- bre los lugares que visitaban y las activi- dades que realizaban, por lo que Sandra le explicó la situación de forma gradual para que pudiera entenderla poco a poco. Su hijo menor aún no comprende mu- cho sobre lo sucedido, mientras que el mediano ha empezado a plantearse pre- guntas a raíz de algunos documentales. Sandra ha tratado de explicarles lo ocu- rrido con la ayuda de psicólogos, evitan- do que busquen información en fuentes no confiables, con el objetivo de que no crezcan en un ambiente de odio ni estén excesivamente expuestos al tema. Por su parte Alejandro, respondió que sus hijos aún son pequeños, y el mayor, de 8 años, es el que tiene mayor conciencia de lo su- cedido con su tío. Aunque no ha prepa- rado nada específico para contarle, viven en un entorno familiar muy unido y Ro- dolfo está siempre presente en sus vidas. Además, la Fundación que crearon para defender los valores de Rodolfo, cree que ayuda a que su hijo mayor, perciba la im- portancia del legado de su tío. Otra de las preguntas que se formularon fue cómo una víctima gestiona el trauma o el horror que supone un atentado te- rrorista. Alejandro destacó la importan- cia de los testimonios, aunque respeta las diferentes reacciones de las víctimas, al- gunas de las cuales no se sienten capaces de participar. Sin embargo, él y su familia decidieron comprometerse con la for- mación y las jornadas en los colegios, ya que creen que es esencial que las nuevas generaciones conozcan lo ocurrido en Es- paña y valoren la libertad que tenemos. También coincidieron Sandra y Vera en la importancia de dar a conocer sus histo- rias para que, especialmente los jóvenes, comprendan lo ocurrido y se evite repe- tir el pasado. Vera, sin embargo, enfatizó que es crucial dejar claro quiénes fueron los verdugos y quiénes las víctimas. La última pregunta dirigida a los tres fue si consideraban que la existencia de una condena ayuda a superar el duelo. Ale- jandro señaló que, aunque para él una condena no le ha ayudado a sobrellevar la pérdida de su hermano, coincidió con Vera en que, para muchas familias, no saber quiénes perpetraron el atentado contra un ser querido añade más dolor a su pérdida. Aunque no se les pueda de- volver a sus seres queridos, para muchas personas es fundamental que los culpa- bles sean llevados ante la justicia. •

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