FUNDACIÓN VÍCTIMAS DEL TERRORISMO NÚMERO 89

50 ASOCIACIONES Y FUNDACIONES FUNDACIÓN MIGUEL ÁNGEL BLANCO El 13 de septiembre de 2024 se cumplie- ron cincuenta años de uno de los más in- fames atentados de ETA, el que llevó a cabo en la cafetería Rolando de la calle del Correo de Madrid, y que hasta el es- tallido de un coche-bomba en los alma- cenes Hipercor de Barcelona, en 1987, fue el que ostentó el siniestro honor de ser el atentado de la banda que más víc- timas mortales produjo: trece muertos y unos setenta heridos. La Dictadura se aproximaba a su fin cuando ETA, envalentonada por el ase- sinato del presidente del Gobierno, Luis Carrero Blanco, en 1973, urdió un golpe en la capital de España contra los miem- bros de los Cuerpos de Seguridad, a los que acababa de declarar “objetivos legí- timos” (fruto de lo cual fue ya el asesina- to del guardia civil Gregorio Posada en Azpeitia, Guipúzcoa, en abril de 1974). UN VIERNES Y 13 1974: LA PRIMERA MASACRE DE ETA Los etarras, que contaban con el apoyo de algunos izquierdistas en Madrid, habían reparado ya, antes de perpetrar el mag- nicidio de Carrero, que tantos réditos de fama les produjo, en una cafetería vecina a la Dirección General de Seguridad, sita en la Puerta del Sol, que solía ser frecuen- tada por los policías de la misma. Fuera como consecuencia de aquellas primeras observaciones, o de la suge- rencia a la dirección de Eva Forest, es- critora antigua militante del PCE, uno de esos personajes que auxiliaba a la banda terrorista en Madrid, el hecho es que una pareja de jóvenes etarras, Bernard Oyarzábal Bidegorri y María Lourdes Cristóbal Elhorga, fueron en- trenados en Francia en el empleo de explosivos y viajaron posteriormente a Madrid en tren portando la bomba. Forest les acogió a su llegada y les pro- porcionó alojamiento hasta que llegara el momento del atentado. Y así el día 13 de septiembre de 1974, antes de la hora del almuerzo, penetraron en la cafetería Rolando, en el número 4 de la ca- lle del Correo, en esos momentos con gran afluencia de clientes, y colocaron la bolsa que contenía treinta kilos de dinamita y tuercas con un temporizador que, tras sa- lir ellos del local, se accionó a las 14,35. La deflagración fue tremenda, afectan- do no solo a ese local sino a otros pisos y locales adyacentes. Pero el resultado no fue el que ansiaba la banda. Bien es cierto que hubo al- gún policía entre los heridos, uno de los cuales fallecería dos años después, Félix Ayuso, pero los muertos y el grueso de los heridos, alguno con heridas muy se- veras, fueron civiles.

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