FUNDACIÓN VÍCTIMAS DEL TERRORISMO NÚMERO 89
78 TESTIMONIO Las víctimas del terrorismo antes no contaban con el mismo apoyo institu- cional y social que existe hoy. ¿Recibie- ron sus padres algún tipo de reconoci- miento? ¿Sus familiares se sintieron respaldados de alguna manera? En ese momento, no mucho: un telegra- ma de la Casa Real, otro del presidente del Gobierno, Felipe González, y algu- no que otro más... Las fundadoras de la AVT nos arroparon; fueron ellas las que nos advirtieron de lo que íbamos a vivir y nos acompañaron al primer juicio que tuvimos. Nos apoyaron y nos defendie- ron frente a todos los simpatizantes de aquel sacerdote. ¿Qué opina del uso del término "víc- timas colaterales" que ETA empleaba para referirse a aquellas personas que, aunque no eran sus objetivos directos, perdieron la vida en sus atentados? ETA mataba sin importarle quién fuera la víctima. Años después, en una en- trevista, uno de los responsables de la muerte de mis padres lo expresó clara- mente: cuanta más gente muriera, me- jor; mayor era el éxito para ellos. ¿Cree que las víctimas del terrorismo siguen formando parte de la memoria colectiva de los españoles o, con el paso del tiempo, van quedando en el olvido? ¿Qué siente cuando oye decir que hay que "pasar página"? Creo que somos parte de la memoria colectiva de la sociedad. La mayoría es consciente de que todos fuimos posibles víctimas. Nos tocó a nosotros, pero pudo tocarle a cualquiera. Sin embargo, hay un sector de la socie- dad, movido por intereses concretos, que desearía no solo pasar página, sino arrancarla por completo y que no se volviera a hablar del terror que vivimos, como si nunca hubiera existido. Pero es algo que no se puede ocultar porque du- rante años fuimos testigos, día tras día, de escenas aterradoras en los telediarios, con imágenes de familias devastadas. Todos deseamos avanzar, pero lo que no vamos a permitir es que se nos niegue lo vivido ni que se minimicen nuestras pér- didas, que son insustituibles. ¿Considera importante que las genera- ciones más jóvenes conozcan lo que su- cedió y comprendan las consecuencias del terrorismo? Es importantísimo y no debería ser ob- jeto de negociación. Es parte de nues- tra historia más reciente y fue terrible. Quienes no la conozcan, difícilmente entenderán por qué debemos evitar, a toda costa, recurrir a esa vía para lograr cualquier objetivo, que el terrorismo ja- más puede ser el camino. Los responsables directos del asesinato de sus padres fueron juzgados y conde- nados. ¿Las condenas pueden reparar, de alguna manera, el daño causado a las víctimas? Las condenas no reparan nada. ¿Qué van a reparar? Nada nos devolverá a nuestros padres. Las condenas son, sim- plemente, una consecuencia de unos ac- tos y, en tanto sean justas, harán justicia a esos hechos. Sin embargo, no creo que nadie pueda afirmar que las condenas que se cumplen en nuestro país sean justas. ¿Cuántos años de condena vale la vida de un padre? Y si le sumamos también la de una madre, ¿qué cifra se puede consi- derar justa? Tenían 42 y 43 años, y unos hijos de 16 y 18 años. ¿Cuál es la cifra justa por el asesinato de unos padres? Para mí, lo justo sería que pasaran toda su vida en la cárcel. Toda la vida es lo que les arrebataron a ellos y lo que nos quitaron a nosotros. ¿Qué opina cuando se habla de perdón en el contexto de las víctimas de ETA y sus responsables? Que maten a tus padres es algo imposi- ble de perdonar. El pertenecer a una asociación que re- presenta a las víctimas del terrorismo, ¿le ha ayudado a lo largo de estos años? Creo que pertenecer a una asociación en la que se comparten circunstancias similares siempre ayuda. Es como si ha- bláramos un idioma que solo entende- mos entre nosotros. Actualmente, preside la Asociación Cántabra de Víctimas del Terrorismo (Ascanvite). ¿Cuáles son las principales líneas de trabajo de la asociación? Nuestro principal objetivo es fortalecer la relación entre nosotros. No llevo mu- cho tiempo al frente de Ascanvite, y aun- que conocía a algunas de las víctimas, no a la mayoría. Sé que hay mucho dolor y que cada uno de nosotros carga con vi- vencias sobrecogedoras. Me gustaría que nuestra asociación fuera ese espacio seguro donde podamos compartir todo lo necesario, un lugar en el que encon- tremos apoyo y comprensión mutua. Desde Ascanvite, nos esforzamos por mantener vivo el recuerdo de lo que cada uno de nosotros ha vivido, el recuerdo de nuestros seres queridos. Al final, solo nos queda eso: el recuerdo. Creo firme- mente que, en esta tarea, estar unidos es fundamental. • “Que maten a tus padres es algo imposible de perdonar”
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