FUNDACIÓN VÍCTIMAS DEL TERRORISMO NÚMERO 90

67 TESTIMONIOS DE LAS VÍCTIMAS Un comunicado de ETA anunciaba el 16 de septiembre de 1998 una “tregua uni- lateral e indefinida”, que comenzaría dos días después, y cuya continuidad, señala- ba el texto, quedaba condicionada a “los acontecimientos y pasos” que desde este momento se dieran. Una tregua como contrapartida a la De- claración de Lizarra, un acuerdo firmado, cuatro días antes del anuncio, por los par- tidos nacionalistas vascos (PNV, EA, EH (antes HB), IU y 19 organizaciones socia- les y sindicales vascas, en la que se com- prometían a emprender juntos el camino de lucha, con métodos pacíficos, por la “construcción nacional de Euskadi en las instituciones democráticas”, pero que no tenía por objetivo ni iniciar el camino de la renuncia a las armas, ni buscar una ne- gociación con el Gobierno español. Aunque en un primer momento el Go- bierno de José María Aznar se mostró escéptico, el Ejecutivo mostró posterior- mente su disposición a dialogar con re- presentantes de la banda terrorista. En mayo de 1999 se celebró un encuentro en una ciudad suiza entre ambas partes. A lo largo de la tregua, el Mi- nisterio del Interior decidió el acercamiento, escalonado, de más de un centenar de reclu- sos de la banda a prisiones del País Vasco. Sin embargo, “las bases de la tregua se vinieron abajo en el mes de julio de 1999, cuando nuevas conversaciones se- cretas entre ETA, el PNV y EA concluyeron sin acuerdo porque los dos partidos no quisieron asumir la exigen- cia etarra de convocar unas elecciones a un Parlamento que debía abarcar al País Vasco, Navarra y el territo- rio vascofrancés”, se explica en páginas del libro Vida Rotas (Espasa, enero 2010). En ese momento ETA dio a conocer a sus interlocutores que ponía fin a la suspensión de los atentados. El 28 de noviembre de 1999 ETA anunció que el 3 de diciembre finalizaba la tregua que había mantenido durante 14 meses, reactivando las acciones terroristas. Un retorno a los atentados de la banda te- rroristas especialmente dura, que en el año 2000 causó la muerte de veintitrés perso- nas, una cifra alta de víctimas que no se daba desde1992 (26 personas asesinadas). El grupo terrorista, a d e m á s , intensificó sus ataques contra representantes políticos del Partido Popular (PP) y del Par- tido Socialista Obrero Español (PSOE), si- guiendo la línea de acción acordada en el debate posterior a la crisis de Bidart. La respuesta de los dos grandes parti- dos españoles fue la firma de un pacto, el Acuerdo por las Libertades y Contra el Terrorismo, en el que ratificaban su vo- luntad de cooperar en el combate contra ETA y su entorno político, y fruto del cual nació la Fundación Víctimas del Terroris- mo. La  primera víctima  tras la ruptura de este alto el fuego se produjo el 21 de enero de 2000, cuando ETA hizo es- tallar un coche-bomba en Madrid, que acabó con la vida del teniente coronel del Ejército de Tierra , Pedro Antonio Blanco García, de cuarenta y siete años y natural de Madrid . La víctima dejó viuda y dos hijos, una joven de quince años y un niño de diez. Un mes después, ETA asesinaba EN Vito- ria (Álava) a Fernando Buesa Blanco, por- tavoz del Partido Socialista de Euskadi en el Parlamento Vasco, y a su escolta Javier Díez Elorza. Bilbaíno y abogado de pro- fesión, Fernando Buesa tenía cincuenta y tres años, estaba casado y era padre de tres hijos. Veinticinco años después de aquellos trágicos atentados, Almudena Blanco , hija del teniente coronel Pedro Antonio Blanco, y Marta Buesa , hija del político socialista Fernando Buesa, protagonizan la sección Testimonio de las Víctimas en este número de la revista Fundación. •

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