FUNDACIÓN VÍCTIMAS DEL TERRORISMO NÚMERO 90
71 TESTIMONIO “Con mucho esfuerzo y un trabajo personal muy grande, he logrado un equilibrio personal y aprendido a afrontar la vida con ilusión, con ganas, con optimismo” MARTA BUESA RODRÍGUEZ H I J A D E F E R N A N D O B U E S A B L A N C O TEXTO: ANA GARCÍA Un breve apunte, sólo para contextuali- zar, este mes de febrero se cumplen 25 años del atentado terrorista que causó la muerte a su padre. ¿Qué recuerda de aquel día? El 22 de febrero de 2000 era martes. En el momento justo del asesinato, a las 16:30 horas, yo estaba en el coche, en el trayecto de mi casa al despacho. Justo al entrar por la puerta, oí un ruido de sirenas y al mirar por la ventana con mi compañero de trabajo vimos pasar coches de policía, camión de bomberos y ambu- lancias. Entonces alcé la vista y vi a lo le- jos una gran columna de humo, denso y negro. Un compañero comentó: "Eso ha tenido que ser una bomba, la hemos sen- tido aquí, ha tenido que ser una bomba de mucha potencia". Entonces yo comenté: "Pues esa es la zona de la Universidad, ha sido muy cerca de casa de mis padres". Llamé a casa insistentemente hasta que me contestó mi hermano Carlos y me lo confirmó: "Es papá, ha sido una bomba, lo han matado". Recuerdo llegar a casa de mis padres, su- bir las escaleras, entrar en casa y fundir- me con mi madre en un abrazo. A partir de ahí no recuerdo nada. Del resto de ese día y de los días siguientes los recuerdos me vienen como flashes. Un trágico suceso que marcó a usted y a su familia
¿en qué medida? A mi madre le destrozaron la vida. Lleva- ban juntos desde los 17 años. Mataron a su compañero de vida, su amor. Ella sacó energía para resistir y trabajar para man- tener viva la memoria de mi padre. Mis hermanos y yo fuimos su motor. Pero el desgarro por su asesinato la acompaña desde entonces. Mis hermanos y yo hemos necesitado tiempo para asimilar todo el trauma y sobrevivir a él, y creo que los valores con los que hemos sido educados nos han ayu- dado a vivir sin odio, a educar a nuestros hijos como personas libres, con un cora- zón limpio. Después de lo ocurrido, usted cons- truyo un proyecto de vida personal y familiar. Una experiencia desgarrado- ra para cualquier persona, a partir de la que usted ha construido en positivo, ¿cómo lo ha logrado? Yo supe que esperaba mi primer hijo cuatro meses después del asesinato de mi padre. Con la perspectiva que me dan los 25 años que han pasado me doy cuen- ta de que durante muchos años dediqué mi energía vital a resistir, a sobrevivir y a construir mi familia. Mis hijos han sido mis pequeños maestros. Con ellos fui po- niendo palabras a tanta desolación cuan- do empecé a responder a sus preguntas: ¿Qué le pasó al abuelo? Para ellos comen- cé a hablar de lo que había ocurrido con mucho cuidado para no hacerles sufrir ni sembrar en ellos un odio que yo no sentía. A partir de ahí, con mucho esfuerzo y un trabajo personal muy grande, he logra- do un equilibrio personal y aprendido a afrontar la vida con ilusión, con ganas, con optimismo. Participar en el programa de víctimas educadoras y en otras expe- riencias que me han permitido conocer a otras víctimas me ha ayudado mucho. He tomado conciencia de la dimensión del daño y la profundidad del sufrimien- to causado; también a víctimas de otros terrorismos como el GAL y también a victimarios que hicieron el recorrido de rehumanizarse y están en el camino de la construcción de la paz y la convivencia. Me mueve el anhelo de que lo que hemos vivido no se olvide y no se vuelva a repetir
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