Gregorio Ordóñez era teniente de alcalde de San Sebastián y diputado del parlamento vasco cuando, el 23 de enero de 1995, mientras comía con sus compañeros del Partido Popular, ETA acabó con su vida de un tiro en la nuca. Cuatro días antes, había presentado su candidatura a la alcaldía para las elecciones de mayo, y las encuestas lo señalaban como ganador. A punto de cumplirse 25 años de aquel crimen, su viuda, Ana Iríbar, Presidenta de la Fundación Gregorio Ordóñez, ultima los preparativos de una exposición dedicada a recordar a aquel hombre valiente e íntegro que, con su ejemplo, señaló el camino que conduciría a la deslegitimación social del terrorismo.