El 11 de diciembre de 1987, sobre las 6:00 horas, Zaragoza se tiño de luto. Tres miembros del denominado Comando Argala de ETA, colocaron un coche-bomba cerca de la puerta principal del acuartelamiento de la Guardia Civil. La explosión de esos doscientos cincuenta kilos de amonal provocó el derrumbe de parte del edificio, matando a once personas que residían en la Comandancia, seis de ellas menores de edad: Pedro Ángel Alcaraz Martos, Silvia Ballarín Gay, las mellizas Esther y Miriam Barrera Alcaraz, Rocio Capilla Franco y Silvia Pino Fernandez.
Junto a ellos, también fallecieron María del Carmen Fernández Muñoz y Maria Dolores Franco Muñoz, ambas civiles, además de los agentes de la Benemérita José Julián Pino Arriero, José Ballarín Cazaña y Emilio Capilla Tocado.