Tras su paso por Madrid
Fundación Víctimas del Terrorismo y Asociación Extremeña de Víctimas del Terrorismo, con la colaboración de la Agencia EFE, Ayuntamiento de Mérida y Junta de Extremadura, inauguraron el viernes 8 de noviembre, en el Centro Cultural La Alcazaba (Calle John Lennon, 5 – Mérida), la exposición Atentado en la calle del Correo. 50 imágenes para la memoria.
Segunda parada para una muestra concebida como un In Memoriam por las 13 personas asesinadas, y más de 70 heridos, algunos de ellos nacidos en Extremadura, en el cincuenta aniversario del considerado como primer atentado indiscriminado de ETA -13 de septiembre de 1974-, que permanecerá abierta hasta el lunes 17 de noviembre.
En el acto inaugural, junto al presidente de la Asociación Extremeña, José María Antón, y el presidente de la Fundación Víctimas del Terrorismo, Juan Benito, además de otros representantes de asociaciones y fundaciones de víctimas del terrorismo, víctimas y familiares, se dieron cita el expresidente de la Junta Juan Carlos Rodríguez Ibarra; el delegado del Gobierno, José Luis Quintana; el secretario general de la Consejería de Presidencia, Interior y Diálogo Social, David González Gil; el alcalde de Mérida, Antonio Rodríguez Osuna; la vicepresidenta segunda de la Diputación de Badajoz, Carmen Yáñez; diputados de la Asamblea, y otras autoridades civiles y militares.
Memoria
Tras una breve introducción por parte del presidente de ASEXVITE, fue el alcalde de Mérida, Antonio Rodríguez Osuna, el encargado de abrir el turno de intervenciones para dar la bienvenida a los presentes, para señalar a continuación que hay que reivindicar «permanentemente» la memoria de las víctimas del terrorismo, algo que se consigue también con exposiciones como la inaugurada, informó Europa Press.
«Es bueno que recordemos con imágenes todo lo que este país ha sufrido (con el terrorismo de ETA) para no olvidar tampoco a las víctimas», espetó el primer edil emeritense, quien remarcó el compromiso de Mérida con las víctimas del terrorismo, tal y como se evidencia, entre otras cuestiones, con los monumentos erigidos en su memoria en la ciudad.
A continuación, y en la misma línea que el alcalde, el presidente de la Asociación Extremeña de Víctimas del Terrorismo, José María Antón, también incidió en la necesidad de «mantener viva» la memoria de las víctimas de la «sinrazón terrorista» a través de diversas acciones, entre ellas la política educativa para «educar en valores sociales para mejorar la existencia».
En este sentido, destacó que la exposición inaugurada recoge imágenes de «sufrimiento» y «horror», que deben servir para «sensibilizar» y «modificar comportamientos”.
Las nuevas generaciones
Por su parte, el secretario general de la Consejería de Presidencia, Interior y Diálogo Social, David González Gil, reafirmó el «compromiso» de la Junta de Extremadura con las víctimas del terrorismo que, según incidió, «son y serán siempre una brújula moral»; reconociendo que, por mucho que se haga en favor de las mismas, «nunca se podrá compensar a quien sufrió el azote terrorista».
Para González Gil, hay que hacer «pedagogía» entre las generaciones más jóvenes para «avivar el recuerdo» del «terrible ataque» sufrido por la democracia y el Estado de Derecho españoles por parte de ETA, una banda que «tanto dolor generó».
Finalizó sus palabras destacando que en virtud de la ley regional de atención a las víctimas se han concedido ya 1,2 millones de euros en indemnizaciones.
La injusticia del olvido
Por último, el delegado del Gobierno en Extremadura, José Luis Quintana, finalizó las intervenciones defendiendo que «es muy importante hablar de lo que pasó» con la «sinrazón del terrorismo», porque «no hay nada peor para la injusticia que el olvido» de la que fue «una oscura etapa» de la historia de España.
En la misma línea que intervenciones anteriores, incidió en la necesidad de trabajar para que las generaciones más jóvenes no olviden «el alto coste» que tuvo la paz para España; subrayando que, en todo caso, frente a la «coacción» y la «violencia» de ETA el pueblo español planteó «resistencia democrática».
«La democracia ha ganado a la barbarie», afirmó Quintana, quien defendió que «la violencia nunca es solución de nada», para terminar subrayando la «obligación» de «luchar cada día» por una España «democrática y tolerante».
Finalizadas las intervenciones, la Asociación Extremeña de Víctimas del Terrorismo hizo entrega, al igual que han hecho otras asociaciones y fundaciones de víctimas del terrorismo, de una distinción a la Policía Nacional con motivo del 200 aniversario de su creación.
Contenido de la muestra
La exposición está estructurada en cuatro apartados (Antecedentes, El atentado, Las víctimas-In Memoriam y Detenidos, Ley de amnistía y consecuencias), cada uno de los cuales lleva una cartela de texto a modo de introducción, que ayuda a contextualizar el contenido informativo de las imágenes, junto a una foto identificativa del apartado.
Se busca, por tanto, recordar y homenajear la memoria de las víctimas y heridos habidos en la primera acción indiscriminado de ETA. Hasta el atentado con coche-bomba contra el centro comercial Hipercor -Avenida Meridiana de Barcelona-, el 19 de junio de 1987, que provocó la muerte de veintiuna personas y otras cuarenta y cinco resultaron heridas, el atentado de ETA con mayor número de víctimas mortales fue el perpetrado el 13 de septiembre de 1974 en la cafetería Rolando.
La bomba colocada en el establecimiento, ubicado a pocos metros de la céntrica Puerta del Sol, acabó con la vida de once personas y causó lesiones a más de setenta. Debido a las graves secuelas que arrastraban, dos de los heridos fallecieron posteriormente: Gerardo García Pérez, camarero del establecimiento, el 29 de septiembre, días después del atentado, y Félix Ayuso Pinel, el único policía de la lista, el 11 de enero de 1977.
ETA atentó contra la cafetería Rolando por estar ubicada muy próxima a la por entonces Dirección General de Seguridad (DGS), en lo que hoy es la sede de la presidencia de la Comunidad de Madrid, motivo por el que los terroristas supusieron que el lugar era muy frecuentado por policías, que sólo tenían que cruzar la calle. Pero también era un establecimiento habitual para la población civil por su proximidad al kilómetro cero, en pleno centro de Madrid, y así se evidenció con el cómputo final de asesinados y heridos.
De hecho, la dirección de ETA, sorprendida por el número de civiles que habían sido víctimas del ataque, mantuvo un debate interno y finalmente no se responsabilizó de lo ocurrido. La organización terrorista tardó más de cuarenta años en reconocer su responsabilidad en el atentado de la cafetería Rolando. Lo hizo en su último Zutabe -boletín interno de la banda-, que se publicó antes de su disolución en 2018. En el mismo, la banda terrorista admitió la autoría de dos atentados no reivindicados hasta ese momento: el asesinato de tres personas en Tolosa (Guipúzcoa) en 1981, a las que confundió con policías, y el atentado contra la cafetería Rolando en 1974.