Más de 40.000 personas están directamente afectadas por la violencia de persecución, de las cuales más de 1.000 son escoltadas a diario.

Nadie podrá negar que, desde ETA, persiguen violentamente a quienes discrepamos de sus dictados. Casos hay por todos conocidos: profesores acorralados por enseñar en la libertad constitucional, periodistas hostigados por informar ecuánimemente, policías acorralados por reprimir la opresión sectaria, políticos acosados por defender sus ideas, empresarios apremiados por no aceptar la extorsión, y a la lista añadimos jueces, sacerdotes, abogados y tantas personas como cuantas nos oponemos, o no seguimos, los intereses de la banda terrorista y sus secuaces. Sin olvidar, más bien teniendo muy presente, que de semejante opresión saca partido alguien más que los terroristas, por lo que la instrumentalización política de la violencia tiene múltiples y diversas caras.