“Todos somos Isaías”. Así decía la pancarta que los compañeros y amigos de Isaías Carrasco colocaron bien alto, para que todo el mundo la viera, horas después de su fallecimiento tras ser tiroteado por los terroristas de ETA en Mondragón.
Al dolor de su esposa e hijos se querían sumar así todos los ciudadanos que, al mismo tiempo, expresaban su repulsa a ese mundo que apoya a los violentos en el País Vasco. “Nos harán daño, pero jamás nos doblegarán”.
Las palabras de la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega fueron fiel reflejo del sentir de los centenares de miembros del PSOE y sindicalistas que, a pesar del abatimiento, este sábado inundaron la iglesia de San Juan Bautista de Mondragón para honrar al “compañero de base” muerto por las balas de ETA.