Cada Navidad se nota la ausencia de los seres queridos. Es así, pero con un dolor difícil de sobrellevar cuando nos han sido arrebatados brutalmente, cuando los aspirantes a dictadores, sean terroristas locales o internacionales, han utilizado la vida humana para su juego de poder antidemocrático.

Es inevitable que la memoria se active de forma especial, dolorosa y llena de cariño. Con la llegada del nuevo año recordaremos a los seres queridos, pero también, con admiración, con enorme admiración, recordaremos a los jóvenes guardia civiles Raúl Centeno y Fernando Trapero y a sus madres, padres, hermanos y novias que sentimos tan cercanos, tan queridos. Nos gustaría acompañarles y hacerles llegar un fuerte abrazo porque sabemos, en propia piel, que estos días todavía se acumularán más los desgarros de pasarlas por primera vez sin ellos, del difícil duelo. Vaya nuestro agradecimiento impagable a Raúl, Fernando y a cada miembro de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que vela por nuestra seguridad y libertad. Por supuesto, de forma muy especial, a cada
una de sus familias.