El día después a ETA.
Pero no fue el suyo un acto voluntario. Fue, pura y sim¬plemente, la constatación de una evidencia: ETA había sido derrotada por el Estado de Derecho, gracias a la unidad de los demócratas y al incansable y magnífico trabajo de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Esta¬do, también de la Judicatura y la Fiscalía, protagonistas todos ellos de la derrota incuestionable de los asesinos.
Pero, por desgracia, no es el final lo que vislumbramos el día después. Aunque nadie debería sentir la tentación de olvidar el enorme coste humano que supuso la acción terrorista, las víctimas nos vemos obligadas a recordar que nadie puede admitir, y menos permitir, que ETA y su entorno pretendan hacer tabla rasa, intenten fal¬sear la verdad e imponer una visión totalmente tergi¬versada de la realidad. Triste y doloroso, pero cierto.