Nadie pone en duda a estas alturas que el atentado del 11-M ha removido al mundo de ETA, desde sus estructuras más visibles a sus mismísimas entrañas. Algunos analistas cualificados no dudan en afirmar ahora que el pueblo vasco no admitiría un atentado sangriento de ETA después de lo visto el 11-M. Eso estaría por ver. Pero no se puede olvidar que, si bien la masacre del 11 de marzo ha tenido incidencia en la actitud de los terroristas vascos, no menos importancia tienen la acción policial, las leyes aprobadas para aislar a los etarras y sus seguidores y la colaboración internacional en la lucha contra el terrorismo.